“Antes de comenzar la mentoría, sentía que iba corriendo sin rumbo, como si alguien me persiguiera… pero cuando miraba atrás, no había nadie.

Estaba perdida en un solo rol, queriendo salir de un hueco sin saber cómo.

El momento más significativo fue cuando sentí paz. Cuando dejé de correr y comencé a disfrutar el camino. Aprendí a detenerme, a contemplar lo que tenía, a despedir a la vieja versión de mí y a conocer esta nueva que —mira tú— me cae muy bien.

Me llevo herramientas poderosas que cambiaron mi vida: 1. Descubrir mi para qué y mi por qué. Tener mi IKIGAI presente me da fuerza para no perderme. 2. Comenzar por mí, con intención. Hasta una ducha en silencio se convierte en un ritual de presencia. 3. Aceptar que ser diferente está bien. Dejar de sentir culpa y reconocer que ir contra la corriente muchas veces significa ir en sintonía conmigo.

Recomiendo esta mentoría a quienes sienten que viven en automático. Si quieres salir de la rutina y reconectar contigo desde el amor propio, esta experiencia te abre la puerta a una aventura que no termina nunca: la de vivir por ti y para ti..”